EL BUDISMO TÁNTRICO (Thuk Je Che Tibet)

A pesar de que la cultura occidental ha mostrado muy a menudo al budismo como una filosofía atea y pragmática, lo cierto es que las creencias mágicas y los poderes ocultos estuvieron siempre acompañándolo; el Budismo nació en medio del hinduísmo, que recurre mucho a explicaciones metafísicas, y en medio también de prácticas mágicas muy antiguas, inherentes a toda agrupación humana desde los tiempos más remotos.

Para muchos eruditos europeos del pasado, el Tantra representó siempre un Budismo degenerado, que había perdido su carácter filosófico abstracto tan bien estructurado, para ser reemplazado por brujerías y costumbres inmorales; el budismo perdía para ellos, con el Tantra, la exhaltación de la pobreza o la defensa de la castidad, reemplazadas por la adoración de los dioses de la riqueza y por prácticas sexuales que se suponía conducían a la salvación. El Tantra dista mucho de ser un budismo degenerado; es más bien el resultado de su evolución, quizás su resultado final; la inmoralidad liberadora que a veces propone el Tantra no es una degeneración, sobre todo porque las inmoralidades no nacen del hombre común sino de los santos y gurúes. El Tantra ofrece principalmente dos metas: el éxito (siddhi) para alcanzar la iluminación total en esta vida, y el éxito para obtener riqueza y poder; se ocupa entonces del espíritu sin por ello olvidar el cuerpo, o en otras palabras, logra integrar la espiritualidad exitosa al mundo y lo cotidiano, haciéndolo también exitoso. Propone para ello algunas vías, recurriendo con frecuencia a encantamientos y rituales mágicos. El Tantra se consolida desde el 500 d.C., pero sus fuentes son muy antiguas puesto que uno de los dos pilares que sostienen su doctrina es el pilar de la magia; es una fusión de las prácticas mágicas con la filosofía budista. Existe una literatura muy abundante que proviene de fuentes Tántricas, que por lo general es muy inclinada al secreto, intencionalmente oscura. Como en el hinduísmo, el Tantra se dividió en dos ramas principales: el Tantra de la mano izquierda (principio femenino) y el de la mano derecha (principio masculino). El Tantra de la mano izquierda está relacionado con el Shivaísmo y con el shaktismo, derivado del primero. Shakti es la fuerza creadora o potencia de un Dios representado por su esposa: la mujer de Shiva, Parvati o Uma, era la Gran Diosa o Madre; en el Shaktismo cada divinidad tiene dos lados, uno maligno y otro benigno. Varias de las deidades femeninas hindúes fueron entonces incorporadas al shaktismo budista, o Tantra de la mano izquierda. Estas dos grandes ramas del Tantra generaron una gran profusión de sectas, pero siempre fueron dos las más importantes e influyentes: la Vajrayana (mano izquierda) y el Mi-tsung (Escuela de los secretos; mano derecha).

Vajrayana significa vehículo diamantino, proviene del sánscrito vajra: rayo indestructible y destructor, después traducido como sustancia sobrenatural indestructible: diamante. El Vajrayana predicaba la doctrina de la vacuidad pero por medio del mito: así el discípulo era “reinstalado” en su vehículo diamantino, transformándose en un ser de diamante (vajrasattva). Tiene su origen en el norte de la India. El Budismo oficial en Bengala, por los años 700, era una mezcla del Prajñaparamita y el Tantra, de “asombrosa vitalidad”, pero eliminado de la India por los musulmanes; sobrevivió sin embargo en Java y Nepal, conservándose hoy en día nada más que en Tíbet, donde todavía es practicado. Así como el Mahayana fue un punto de inflexión en que la doctrina Budista quiso mostrarse también a las masas, el Tantra representa un cambio con respecto a la actitud frente a las mujeres; el Budismo antiguo fue siempre estrictamente masculino, y sus dioses eran asexuados; consideraba lo femenino como un obstáculo, e incluso la budeidad prometía no reencarnarse más como mujer; era imposible que una mujer alcanzara el Nirvana o que llegara a ser una Buda o Boddhisattva. Y sin embargo la mujer debía ser respetada; con el tiempo tal actitud y creencia se fue suavizando, empezando por la aparición en el budismo de dos divinidades femeninas: Prajñaparamita y Tara, la última de origen popular. Tara era la divinidad salvadora, aquella que ayuda a cruzar al otro lado, que elimina el miedo y el temor, que otorga el cumplimiento de nuestros deseos; por otro lado, Prajñaparamita no era solo un libro, una virtud y un mantra sino también una divinidad femenina: “la madre de todos los Budas” según algunos sutras; la “Perfección de la Sabiduría” había nacido en la India del Sur, donde todavía habían ideas matriarcales, suprimidas en el norte por los Brahmanes; ayuda al niño a andar en el mundo, como una madre protectora. Ayuda también al hombre renacido.

El Tantra de la mano izquierda liberalizó las reglas sexuales, pues las empezó a considerar como una forma de amor con el absoluto. El principio del Tantra era desnudar el ego del hombre para que se identifique plenamente con la divinidad, por medio de la destrucción de los elementos que conforman el ego; y si la moral es también parte del ego, había que destruirla, había que ser también inmoral, “cultivar todos los placeres sensuales, exactamente como deseemos”; existe una “fascinación” por las conductas inmorales en el Tantra izquierdo: comer de todo, tener sexo libremente; se predicaba que solo se pueden comprender los estímulos y lo que prohibe la moral si es que uno se expone a ellos, por lo que a final de cuentas no estaría tan en contra del ascetismo, ya que el conocimiento experimental de los vicios tiene como fin no solo hacer más fuerte al hombre sino lograr un convencimiento personal de la moral ascética propuesta. Sin embargo, algunas escuelas se alejaban definitivamente del ascetismo, pues creían en las pasiones como medio de salvación (lo cual no era sostenido por el Tantra derecho). En suma, el Tantra izquierdo privilegiaba el conocimiento profundo de los instintos como fuerza suprema a la hora de buscar la salvación.

El Tantra de la mano derecha todavía existe en China; nació con la escuela Mitsung, la que basó su doctrina a partir del Buda Mahavairocana, cuyas dos partes complementarias, el vientre y el diamante (representados también por los mandalas) conforman al mundo entero. El Tantra derecho se expandió también en Japón, formando una escuela importante, mientras que el shaktismo budista nunca logró mayor influencia en China o Japón.

“La literatura tántrica consiste en tratados, encantamientos, himnos y descripciones de seres mitológicos”. El carácter misterioso del Tantra proviene de su misma doctrina: se hace distinción entre iniciados y no iniciados; y por otra parte, afirma que la salvación y la sabiduría no se obtienen de un libro sino “por medio del contacto personal con un instructor espiritual, llamado Gurú”, y solo él “puede traducir los verdaderos secretos y los misterios de la doctrina”; él es también el iniciador. La iniciación (en sánscrito Abhishekha: rociar) constituye un retorno del Tantra hacia “formas primitivas de pensar y actuar”, pues era una ceremonia parecida a la investidura de los príncipes Indios, por medio del agua bendita; la iniciación hacía del príncipe un gobernante mundial, mientras que la iniciación Tántrica hacía del iniciado un futuro gobernante espiritual mundial: un Buda. Pero es también un retorno al pasado porque la iniciación constituye una medida selectiva, medida defendida por la escuela Hinayana indirectamente, puesto que no les interesaba popularizar su doctrina.

Los iniciados eran instruidos según un método particularmente original, aunque mezclado también con principios budistas; han delimitado tres fases de aprendizaje desde la iniciación: el acercamiento a los poderes mediante los mantras, el acercamiento mediante danzas y gestos rituales, y una clase especial de meditación tántrica para fundirse con las divinidades.

Los Mantras tienen por base las recitaciones de encantamientos, muy antiguas, para alejar a los males, ya que se creía desde muy antaño que influencias demoníacas causaban enfermedades y desgracias; los encantamientos servían entonces para alejarlos, o también para combatirlos mediante una fuerza benigna más poderosa. Y aunque los encantamientos, mantra en sánscrito, iban a menudo acompañados por brevajes o hierbas, se decía que sin ellos (secreto profesional de los curanderos) se perdía todo el efecto. Se usaban mantras conocidos del brahmanismo pero también fragmentos de Sutras; tanta importancia cobraron que surgió el Mantrayana, escuela que predicaba la salvación por medio de los mantras: con tal que se siguieran estrictamente las reglas y rituales se podía lograr cualquier cosa, incluyendo el Nirvana. El Mantrayana elaboró rituales muy complejos, donde cada detalle era importante, sobretodo en lo que respecta a sonidos, semántica y pronunciación; según el Sutra Maha-Vairocana, había que seguir cuatro pasos: visualización de las palabras del mantra (iluminación del corazón), imaginación del sonido, comprensión del mantra y respiración acorde con las etapas. Según la doctrina, los mantras son creación de los Budas y Bodhisattvas, de ahí su poder. Las danzas y los gestos eran considerados un “cantar del cuerpo”, según los hindúes; y la acción ritual debe incluir, según ellos, los “tres aspectos de nuestro ser”: el cuerpo, el habla y la mente; mediante gestos, mantras y trance. El lenguaje del cuerpo era una manera, e incluso una etapa, de invocar o de acercarse a las divinidades. Finalmente el Tantra propone un método más desarrollado para fundirse con las divinidades, en cuatro etapas: a) la meditación tántrica parte desde la vacuidad; el Tantra sigue las raíces Yogacaras y Madhyamikas, son su base, y consisten principalmente en: a) la eliminación de la individualidad y el cultivo de la vacuidad con el propósito fundamental de destruir a los cinco skhandas para siempre. b) la meditación sobre sílabas germen (bija), el sonido tiene una importancia preponderante en el Budismo: las sílabas corresponden a fuerzas espirituales y a divinidades; con ellas se puede invocar a una divinidad o incluso crear a las divinidades desde el vacío, a partir de las sílabas seminales; el Tantra afirma sin más que las divinidades fueron creadas por los yoguis a partir de las sílabas germen. c) representación externa de una divinidad; la fantasía que nace de la vacuidad se ordena poco a poco haciendo brotar la forma global de la divinidad; aunque también se lo ha interpretado como una visualización de las divinidades representadas por los artistas. d) identificación y conversión en la divinidad misma; etapa final en que se comprende que “la adoración, el que adora y el adorado, esos tres no están separados” (Sutra Tántrico), en un estado mental que se conoce como Yoga, después de la concentración (Samadhi) y del trance (Dhyana).

Los sistemas Tántricos tienen sus propios Mandalas, círculos dibujados sobre papel, tela, madera,… que representan una cosmovisión, o “ley espiritual” por medio de figuras o de palabras; la práctica de hacer mandalas es muy antigua; está relacionada con las prácticas mágicas de los magos para delimitar un círculo encantado en su alrededor.

El Tantra también ofrecía a sus seguidores una filosofía; para ellos el cosmos está constituido por un conjunto de fuerzas que determinan la actividad en el mundo; las acciones sagradas eran un medio para adaptarse a esas fuerzas. El mismo Buda es concebido como un “cuerpo cósmico” con tres funciones: mente, habla y cuerpo; el Buda conoce las fuerzas que dirigen al cosmos. La realidad es considerada, según la filosofía Tántrica, como reflejo de la Luz de Buda; un Buda es “la realidad secreta que está en todas las cosas”. De paso predica que todos somos o tenemos un Buda, parte de la sabiduría consiste en darse cuenta de ello, y en darse cuenta también, de las fuerzas cósmicas. Existe entonces una evolución en la filosofía budista con respecto a la realidad: en primera instancia, la realidad y el Nirvana son opuestos, el Nirvana es la no existencia; después, con el Mahayana, la realidad y el Nirvana son lo mismo; finalmente, con el Tantra, el Nirvana y la Realidad son la manifestación del cuerpo de Dharma de Buda. Antes, el Tathagata enseñaba su visión del universo, ahora él mismo era su explicación y su causa. Se los empezó a llamar Señores de los Yoguis. La escuela Yogacara afirmaba que la matriz de los Tathagatas era la realidad última; con el Tantra ahora es la totalidad de las existencias la que surge de dicha matriz. Esta fue la última cosmología budista antes de “mezclarse con las religiones monoteístas que estaban a su alrededor”.

El Tantra también creó mitologías, preferentemente expresadas por medio de Mandalas; la principal defiende que Cinco Jinas forman todo el “cuerpo del Universo”; Jina significa conquistador o vencedor y se aplica a los cinco Budas primordiales que tienen la particularidad de que siempre fueron Budas, no nacieron hombres ni animales. Los cinco Jinas son: Vairocana, el iluminador o el brillante; Akshobhya, el imperturbable; Ratna Sambhava, el nacido de Joya; Amitabha, el de Luz Infinita; y Amoghasiddhi, el del éxito infalible. Muchas escuelas elegían a uno de los cinco Jinas como “jefe”, o al menos como “ejemplo supremo”. Con la aparición bastante oscura de un Adi-Budha primordial, padre de los cinco Jinas, se daba el primer paso hacia la llegada del monoteísmo, ya anunciado sutilmente por la filosofía del Buda omnisciente, creador del mundo, esencia de todas las cosas. Por el 950, estudiosos tántricos en Jaxartes ya consideraban una “cosmogonía casi monoteísta como centro de la doctrina budista”.


El Tantra puso mucha más atención al cuerpo que ninguna otra escuela; se fijó también en los detalles, llegando a inventar (o descubrir) un intrincado sistema de puntos corporales interconectados: los kacras, o chakras, centros energéticos en la red de fluidos corporales. La antigua Disciplina corporal exigía vigilar todos los movimientos del cuerpo, refrenarlo en su búsqueda de comodidades, soportar el frío, el calor, el hambre, hacer respiración yoga, ayunar, no comer después del mediodía; el trance se obtenía por medio del cuerpo: su éxito dependía del cuerpo, puesto que se extingue todo pensamiento. Pero no debía despreciarse; el Tantra descubrió 3 chakras o nervios principales al centro y a ambos lados de la médula espinal: a la izquierda el nervio de sabiduría, a la derecha la capacidad de los medios y al centro la Unidad Absoluta. El yogui unía sabiduría y capacidad de los medios formando el “Pensamiento de la Iluminación”, en el centro; luego ese pensamiento era conducido hacia arriba, hasta el centro nervioso más alto de manera a obtener una dicha inmóvil. Los sistemas de respiración son muy importantes en el Tantra, pues regulan los Vientos Vitales que “determinan la corriente de la fuerza oculta en los nervios”.

Finalmente, el Tantra ofreció una nueva concepción del ser, esta vez en total contradicción con las concepciones más antiguas, que negaban por completo la existencia de un ser: “La verdad última está en el interior de la casa”… “pero tú preguntas por él afuera. Tú ves a tu marido en el interior, y sin embargo preguntas a los vecinos si saben dónde está” (Saraha, poeta tántrico de Bengala).